Las tiendas Pop-Up: ¿Impulsando el pequeño comercio local o una estrategia de negocio de compañías multinacionales?

El término tienda Pop-Up solía referirse originalmente (allá por el año 2000) a la apertura de pequeñas tiendas que mostraban y vendían sus productos de manera temporal. Desde entonces, los usos y funciones que se le dan han ido mucho más allá de la concepción tradicional.

Hoy en día, muchas grandes compañías han desarrollado como clara estrategia de marketing este tipo de tiendas Pop-Up. De hecho, cabría distinguir entre dos tipos de Pop-Up: aquellas que nacen desde lo local y son autóctonas, y aquellas que tienen un carácter corporativo.

Lo que se etiqueta como local atrae porque supone cercanía con el cliente en un mundo donde todo parece difuso, virtual e intangible. Acercarse al lugar físico del cliente potencial es una estrategia magnífica para que el cliente perciba que está consumiendo cerca de casa de manera responsable y afectando positivamente a su entorno. De esta manera compañías más grandes han aprovechado esta percepción para lanzar nuevas líneas o promociones especiales.

Las de tipo autóctono suelen nacer de mano de artistas, comerciantes o artesanos locales que buscan abrirse hueco en un mundo globalizado donde predomina la rapidez por crear, usar, tirar y comprar otro producto nuevo. Tratan de poner en valor lo hecho a mano y el valor añadido que supone que el producto se haga de manera responsable y con productos nacionales o locales.

Si bien es cierto, que la emergencia de las Pop-Up por parte de las multinacionales ha hecho que este tipo de experiencias sean más conocidas y que cada vez tanto los consumidores como los propietarios de locales vacíos sean más proclives y abiertos a acoger este tipo de tiendas.

No se trata por tanto de contraponer a unas y otras tiendas, sino de saber que ambas pueden llegar a beneficiarse mutuamente, aprovechando los nichos de mercado y nuevas oportunidades que el mercado les ofrece.